LA HONRADEZ
Honradez
es la rectitud de ánimo y la integridad en
el obrar. Quien es honrado se muestra como una persona
recta y justa, que se guía por aquello considerado como correcto y
adecuado a nivel social. Por ejemplo: “Mi abuelo me enseñó
que la honradez es lo más importante a la hora de los negocios”,
“El gerente fue despedido por faltar a su honradez”,
“Encontré un maletín con dinero y documentos importantes en
un taxi e hice todo lo posible por contactar con su dueño: mi
honradez no me permitió dudar ni por un segundo”.
La honradez en todo sentido nos hará disfrutar de paz interior y
nos permitirá conservar el respeto por nosotros mismos. De ese modo
fortalecemos nuestro carácter, lo cual nos permitirá servir a Dios
y a nuestros semejantes. Además, seremos dignos de confianza ante
los ojos de Dios y de los que nos rodean.
Por otra parte, si somos deshonestos en nuestras palabras o
acciones, nos perjudicamos a nosotros mismos y también a los demás.
Si mentimos, robamos, engañamos, o no hacemos todo lo que se nos
requiera en el trabajo a fin de merecer nuestro sueldo, perderemos el
respeto por nosotros mismos, perderemos la guía del Espíritu Santo
y tal vez descubramos que hemos dañado nuestras relaciones con los
miembros de nuestra familia y amigos, y que las personas ya no
confían en nosotros.
En un mundo donde
la imagen es tan importante y su precio se paga en dinero, la
honradez no suele hacerse muy presente en el día a día de nuestra
especie. Pero los casos en los cuales el poder y la ambición seducen
al ser humano y lo llevan por el camino de la deshonestidad no son
propios de la actualidad; no importa cuán lejos viajemos en el
tiempo, siempre hallaremos ejemplos de manipulación de la verdad,
privación de la libertad ajena y violencia indiscriminada en pos de
un fin que, para quienes lo perseguían, justificaba los medios.
El ser honrados a
menudo requiere valor y sacrificio, especialmente cuando otras
personas traten de persuadirnos a justificar una conducta deshonesta.
Si nos encontramos en una situación así, recordemos que la paz
duradera que deriva del ser honrados es más valiosa que el alivio
momentáneo de dejarse llevar por la corriente.